jueves, 23 de enero de 2025

Fui novio de Celeste Cid

Mi cerebro siempre fue un misterio que, incluso a mi que soy el que más y mejor lo conoce, me cuesta descifrar. 


Cuando era chiquito, tenía dos pensamientos recurrentes en los que viajaba con la mente a lugares que para el afuera eran extraños, pero para mi totalmente naturales. A veces, esos sitios no necesariamente eran referencias geográficas, sino más bien fantasías que me generaban sensaciones diferentes a la normalidad.

En uno yo era el novio de Celeste Cid. 

En mi vida paralela, que se cumplía sin objeciones, era su novio proveedor. No se bien qué proveía, pero lo nuestro era hermoso. Nos habíamos escapado de todo y nadie nos cuestionaba. Y los besos eran mejores que cualquier otro. Todavía no había besado a nadie, pero ella siempre será difícil de superar.  

En esa época, la mayor emoción era jugar a la pelota en el recreo. No tenía idea de lo que era coger, pero yo quería coger con Celeste Cid. Creo que actuaba en Chiquititas o algunos de esos programas que nos quemaron la cabeza a esa generación de seres humanos que atravesaba su construcción afectiva.  

Sin temor a equivocarme, no tengo pruebas pero tampoco dudas, fui novio de Celeste Cid. 

La otra fantasía era bastante más trágica y con los años tomó otra connotación. Por lo menos una vez por año o incluso más, pensaba en cómo sería el mundo si yo me moría. 

Lejos de percibir que en realidad al mundo en su concepto más abstracto yo le chupaba un huevo, el paso siguiente era imaginar el dolor de mi familia y de algún amigo. Entonces me ponía mal por ellos, me compungía y a los pocos segundos recordaba que esa realidad estaba solamente en mi cabeza. 

En los últimos tiempos, el camino me llevó a pensar seriamente en la utilidad de mi vida. Para qué, porqué. Y no se si tengo respuesta por fuera de lo cotidiano. 

Creo que hay gente que viene para cambiar "las cosas" y otros cuyos menesteres son más livianos y/o intangibles. Yo estoy en este último grupo, no vine a salvar a nadie. Lo mío va por otro lado. 

Siempre tuve claro que la finitud es tan cercana como las enormes posibilidades que da la existencia. Miserias tenemos todos. Los malos no son tan malos y los buenos no son tan buenos. Hay humanidad errante, aunque también hay límites. Lo importante es no pasar esos límites y poder volver al eje a tiempo. 

Los que cambian la historia y tienen un diferencial son muy pocos y, para colmo, muchos de ellos no obtienen el reconocimiento que merecen. 

Yo no vengo a aportar nada. Soy lo que se ve. Me emocionan el afecto, los recuerdos y todas esas veces que me sentí vivo. Desde la adrenalina de hacer el amor hasta el sufrimiento porque no te quieren más. 

Soy absolutamente consciente de que no soy el fenómeno que tenía la ilusión de ser cuando imaginaba estar de novio con Celeste Cid. 

Solo quiero que me recuerden con una sonrisa, ese es mi objetivo. 

No me importa la guita. Mi terror no es material. 

Celebro por cada vez que me pude reír con alguien. 

Con la generosidad de su alegría, hay gente que hace que el doloroso tránsito por la soledad y la injusticia no sean tan tediosos. Y eso me parece mágico.

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