sábado, 31 de diciembre de 2011

Cromañón y la soberanía de las subjetividades

Hoy se me ocurrió decir que me podía morir tranquilo. Un dicho que, no por viejo deja de ser pelotudo. Siendo jóven, decir eso es algo así como un crimen. Quienes no gozan de mi beneficio en este momento me estarán cagando a pedos desde algún lugar.
Son varios los pibes que hoy no están. Que hoy deberían estar. Me traigo a Mariano Ferreyra, un par de los 30 mil, otros secundarios que daban una mano en Chaco, a los cumbieros que están muertos en vida con el paco, y a los que viven en Cromañón. Todas esas muertes, con diferentes causas, pero igual de evitables. De hecho, el crimen es el mismo. Todos los acusados de esas muertes llevan en su prontuario haber atentado contra el futuro. Matar un pibe es matar el futuro. ¿Ahora, porqué  se murieron o, mejor dicho ¿cómo los mataron?

La estructura perversa nos lleva  contestar rápido: las bengalas, Ibarra, Kirchner, etc.  Pero es el mismo sistema perverso el que envolvió a esos pibes en una noche trágica hace 6 años. El lugar no estaba habilitado para tanta gente. Las salidas de emergencias inhabilitadas y las bengalas prendidas. Una cadena de corrupción, negligencia y descuido absoluto. En el medio la música, el sentido de pertenencia, las ganas de divertirse.
 A mi lo que me queda claro es que NOS importa poco el futuro. Voy más allá de ‘’los políticos’’. ¿Qué querés que te diga? ¿Que lo único que le importaba a Chabán era la guita y no la vida de la gente? ¿Qué abarató costos en infraestructura para lucrar desde sus intereses personales? ¿Qué hay funcionarios encargados de regular las medidas de seguridad de los boliches que no cumplieron su tarea? ¿Qué Ibarra y Kirchner debieron haber previsto el desastre? Eso ya lo sabemos, por eso pedimos justicia.

 Pero ¿qué autocrítica nos cabe a los jóvenes? ¿Cuan conscientes somos de lo que tenemos por delante? Hoy en algunos boliches se pone droga a las mujeres en los tragos para generar un desfase hormonal y así mayor consumo de alcohol y pérdida de conciencia. Esa droga es la que se le inyecta a los equinos para que entren en celo. ¿A qué mente enferma se le puede ocurrir eso? A un joven. Increíblemente, cuando se supone que es la edad que da más ganas de vivir. Algo que se usa para animales, se trae a la cotidianeidad humana para que se autodestruya. Una tragedia.
 La bengala se toma como una cuestión folklórica. Lejos está de serlo.  Ilustra Wikipedia: ‘’Es un elemento pirotécnico que produce una luz muy brillante o intensa. Se utiliza para señalizar, iluminar, como elemento defensivo, y usualmente como elemento para provocar incendios’’. También se usa para la iluminación subacuática. Otro elemento que cae en un campo del que no nació. ¿Querés prender la bengala? No estoy de acuerdo, lo único que te pido es que no la prendas en un lugar cerrado. Si la prendiste y se frenó el recital para decirte que la apagues, hacé caso. Pero no. Como una droga. Consumimos. 
Para el que se mutila, el que se droga, el que tiene actitudes suicidas, no hay ‘mañana’. Tampoco hay ‘hoy’. De ‘ayer’ no se acuerda. Su subjetividad ya no es tal. Poner en riesgo la vida es un juego. No hay nada que perder. Porque tampoco hay nada que ganar. Esa vida carece de sentido, por eso no se protege. Desde la dictadura para acá, sobre todo en los 90', nos enseñaron que todo es efímero. ¿porqué no habría de serlo la vida?
Sin la inestimable colaboración de los funcionarios estatales, nada de esto hubiera ocurrido. Tras el incendio, el lugar se habría desalojado rápido. Las puertas de emergencia y la menor cantidad de gente habrían ayudado de manera inconmensurable a salvarlos a los 194, y a salvarnos a nosotros también. Porque un pedazo nuestro también se fue con ellos.

Claro que la juventud no es asesina. No estamos como queremos, sino como podemos. El que encendió la mecha fue uno. Había otros cientos disfrutando sanamente.
Esa noche Cromañón era una casa llena de kerosene. Y a alguien se le cayó un fósforo encendido.

Resulta fundamental ser soberanos de nuestras subjetividades. Hacernos cargo de nuestra responsabilidad individual es hacernos cargo de las responsabilidades sociales. Quienes manejan el poder no están interesados en colaborar con el futuro. Ellos son el enemigo. Pero para combatirlos necesitamos estar vivos. Yo hoy no me puedo morir tranquilo. Yo hoy no me puedo morir. Nadie nos va a cuidar,  más que nosotros mismos.
Lo peor de Cromañón no es que pasó. Es que existen posibilidades de que se repita. Ahí adentro podemos estar vos, yo, mi hermano, tu primo, tu hija, tu nieto…

Justicia, conciencia y respeto.

martes, 20 de diciembre de 2011

Esa clase que se cansó de que le rompieran el alma

 Cuando se piensa en diciembre del 2001 surgen distintas ideas. Algunas más hegemónicas que otras, pero no por eso, ciertas. Algunos insisten con la necesidad de que el 19 y 20 de Diciembre no se repita. Quieren que el orden se mantenga. Todo lo que mueva el molde del status quo les da miedo. Eso es parte de una idea que nos paraliza. Nos deja quietos ante la realidad que se mueve y nos modifica como si nosotros no fuéramos parte de ella. Evidentemente allí caló la cultura hegemónica que las clases dominantes en Argentina se encargan de expandir a través de las formas de consumo y los medios de comunicación. De hecho, alguien puede mencionar que ''en las elecciones del 2011 ganaron el 95% de los oficialismos a nivel nacional''. Eso puede tener algo de lógica. Sólo en 2 provincias cambió el signo político del gobierno de turno.

Pero no todos pensamos así. Todos los días se ve algún atisbo de cambio en Argentina. Y surge desde los sectores subalternos, desde la clase trabajadora. Esa clase que incluye a todo aquel que trabaje en relación de dependencia y que con su fuerza de laburo se mantiene día a día. Y no solo 'se' mantiene, sino que también mueve la economía. Esa clase que, si afloja la cuerda, se cae por el barranco. Esa clase que en el 2001 se pudrió. Se cansó de que le rompieran el alma. Dentro de esa clase también hay matices sociales
e  ideológicos que la hacen heterogénea. El reclamo en las calles ya sea con cacerolas, con palos o piedras fue unido porque el enemigo estaba claro: la clase dirigente. ''Que se vayan todos, que no quede ni uno solo''.

                               

Es que habían sido los políticos los que pusieron al Estado al servicio del mercado y profundizaron el neo-liberalismo que comenzó en la dictadura. Las relaciones carnales con Estados Unidos (en las que Argentina siempre fue el pasivo) y los organismos de crédito internacional (FMI-Banco Mundial) sujetaron la economía nacional al imperio. Las empresas estatales pasaron a manos privadas y extranjeras dejando a miles sin trabajo. El plan de convertibilidad del ministro Cavallo fue insostenible ya que, al permitir la importación a bajo costo, iba en desmedro de la producción nacional y provocó el cierre de industrias. La necesidad del Estado de responder ante los organismos, desembocó en la decisión política del ajuste. Ajuste que aplicó tanto Menem como De La Rúa, bajando sueldos, subsidios y jubilaciones. Una de las medidas que se transformó en gota que rebalsó el vaso fue ''el corralito'', que limitaba la extracción de dinero de los bancos. Lo increíble es que la medida fue tomada por el mismo Cavallo que una década antes había impuesto la convertibilidad. Los banqueros se la veían venir y se llevaron toda la guita afuera. Quebraron los bancos y la gente que había ahorrado quedó en pelotas. Por eso el reclamo es de los pobres y de los ''no tan pobres'' que habían podido ahorrarse unos pesos, pero es igual de legítimo porque todos sufrían injusticias. De hecho muchos de los que eran considerados ''pudientes'' la pasaron como nunca habían pensado pasarla.


''Nada de lo que deba ser estatal permanecerá en manos del Estado''.


El estallido no fue un momento. Fue parte de un proceso. Durante la década del 90' en distintos puntos del país habían surgido movimientos y protestas que le decían BASTA a los traidores que se enriquecían a costa del laburo de la gente. Fue LA GENTE la que entre el 19 y 20 de Diciembre del 2001 salió a la calle. Agrupados, solos. Con saco y corbata, con ojotas o con el overol. En todo el país la gente se centró en la plaza, en el lugar común para manifestar su bronca, su idea de que esto cambie. Desde ya, como todo cagón con poder (como todo político) De La Rúa y sus preservativos se fugaron. No aguantaron la presión del pueblo. Claro que eso no fue gratis. Decenas de muertos y cientos de heridos, fruto de la represión policial a la que el gobierno le había dado luz verde, fue el resultado. 10 años después no hay ningún responsable político condenado por esas muertes. Menem contrajo la enfermedad, De La Rúa quiso curarla con los mismos métodos con la que se había contagiado el patilludo.

Allí la clase dominante se replegó y unió fuerzas para no perder más poder. Fue entonces que, paradójicamente, a la lucha popular la hegemoniza Duhalde. Quizás es uno de los errores de aquella rebelión inconclusa. Ni la idea popular, ni los partidos de izquierda lograron organizar democráticamente al pueblo como era preciso. Pero bueno, quién no hace, no se equivoca.
El cabezón que había sido vice del riojano, construyó un poder enorme. Durante el 19 y el 20 mandó a grupos paramilitares a generar caos en medio de las protestas. La idea era simple ''yo o el caos''. Y fue así que tras Ramón Puerta, Adolfo Rodriguez Saa sufrió la mafia de Duhalde.

Cuenta la leyenda no oficial que el puntano convocó a una reunión en Chapadmalal, cerca de Mar del Plata. La idea era garantizar la gobernabilidad con el resto de la clase política peronista. La reunión resultó una emboscada y Adolfo tuvo que salir del pequeño pueblo en el baúl de un auto.

Tras el Adolfo, vino Camaño que duró unas horas y por fin Duhalde se salió con la suya y gobernó hasta el 2003. En las elecciones, su delfín fue Nestor Carlos Kirchner. El resto es historia conocida. O no tanto. El grito del 2001 es el rechazo a una forma de hacer política. Repasemos dónde estaban algunos en el 2001 cuándo les gritábamos QUE SE VAYAN TODOS.

Felipe Solá en aquel momento era vice gobernador de Buenos Aires. Entre el 2003 y el 2007 fue gobernador con una excelente relación con Nestor Kirchner. Tras su distanciamiento, volvió a donde pertenecía. Es Diputado Nacional K.

José Manuel De La Sota era gobernador de Córdoba, fue electo otra vez hace un par de meses para el mismo cargo.

Juan Carlos Romero hace una década era el gobernador de Salta, ahora es Senador Nacional por su provincia y vicepresidente primero del Congreso.

Alberto Fernández era Legislador Porteño por el partido de Domingo Cavallo hace 10 años. Entre el 2003 y el 2007 fue jefe de gabinete de Néstor Kirchner.

Daniel Scioli era Diputado Nacional en el 2001. Entre 2003 y 2007 fue vicepresidente.

Néstor Kirchner era gobernador de Santa Cruz, fue presidente entre 2003 y 2007 y sus militantes lo comparan con Perón.

                                   

Cristina Fernández en el 2001 era Senadora por Santa Cruz, hoy es presidenta y sus militantes dicen que es la Evita de este siglo.

                                        Y hoy, pasa esto:


  • 19 de cada 27 grandes empresas son extranjeras
  • 20 de cada 33 hogares tiene problemas para llegar a fin de mes
  • 19 de cada 24 jubilados perciben haberes iguales o inferiores al mínimo
  • 20 de cada 46 trabajadores ganan por debajo del Salario Mínimo, Vital y Móvil.
  • 19 de cada 41 pibes son pobres.
  • 20 de cada 25 personas indigentes son ocultadas por el INDEC
  • 19 de cada 95 jóvenes desocupados están buscando empleo hace más de un año y no consiguen.
  • 20 de cada 29 personas que nacieron entre 2006 y 2010 son indigentes. 

              ¿No dan ganas de gritarlo de vuelta?