viernes, 12 de enero de 2024

El duelo que no fue


 Mientras el auto giraba 360 grados, en ese segundo, pensé que en cualquier momento algún fierro se me clavaba en el cuerpo. Me imaginaba alguna rama, un tubo, una piedra.  

 Eso no pasó. Y no solo no pasó sino que terminé el vuelco con las extremidades sanas, salí caminando del vehículo en una sola pieza. 

¿Te tiene que pasar esto para darte cuenta el valor que tiene la vida? 

Bueno, a veces, sí. 

No hay mayor llamado de atención que este. No hay advertencia más pesada posible para mejorar el uso del tiempo que me queda de vida. 

Me reconozco como un ser bastante experimental. Lo cual es casi aceptar la pelotudés, porque vos no tenés que tirarte de un puente para entender que no debías hacerlo y yo estoy jugando un poco con ese límite. Pero la vida me dio una oportunidad más. 

Ahora cuando me levanto me pasan dos cosas. Por un lado, el dolor de haber perdido los ahorros de toda mi vida. Por otro, la conciencia de que podría estar muerto o con alguna parte del cuerpo menos, lo que sería incluso peor. 

Tuve varios duelos en los últimos meses. Uno de amor en julio, el de Fluminense, el del balotaje y el de julio que se repitió. Ahora, el del esfuerzo de casi 15 años de trabajo.  

Pero la vida no se compra. Y si no aprendo de esto, no aprendo más. 

De no ser por el cinturón los míos estarían de duelo. Un duelo que no fue. 

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