domingo, 13 de diciembre de 2015

Iba a escribir sobre un amigo

Cuando cae alguna tarde, se enciende algún cigarro y se sirve algún fernet. Cuando se termina una semana o se desvanece una ilusión. Cuando se cumple un anelo o se ahoga un amor. Cuando pierdo un colectivo o tengo la silla de al lado vacía, me dan ganas de escribir sobre un amigo. 

De repente pasé de los 23 a los 50. Un día me levanté, me paré en el balcón y no entendí por qué el tiempo pasaba. Llegué a la conclusión de que no podía hacer nada contra eso y me resigné con alegría a disfrutar de lo que me quedaba.

'Un amigo' en realidad son todos. 
Están esos que elegiste como hermanos. Esos que son vos vestidos de otra forma, con otro corte de pelo y otros problemas, pero es como si fueras vos. Solamente podés convivir dentro de una casa con esos hermanos, a otros en la misma situación los revolearías a la estratósfera. No sabés muy bien por qué pero son tus hermanos de otra madre.

Después vienen los que se pararon en una cancha, no confiaban mucho en vos, pero cuando se dieron cuenta que el fútbol los unía te bancaron a morir. En el bar hicieron desastres, igual que vos. Eso los unió más.

En un momento llegaron los que nunca van a dejar que te toquen un pelo. Entre sus historias, sus odios y frustraciones, sus broncas y sus mambos, tienen los huevos suficientes para cagarse a trompadas con cualquier ejército con tal de que tu pellejo no sufra ni la más mínima herida.

Hay otros que no entendés por qué te quieren. Nunca les demostraste demasiado, solo fuiste vos. Viste que son buena gente y les diste un abrazo genuino. Les pediste unos pesos sin demasiada confianza y no dudaron en ayudarte. Nunca te van a pedir nada a cambio, solamente que no dejes de ser vos.

Están los especiales. Muchas veces les partirías un ladrillo en la cabeza para que se callen un poco. Tienen cosas que te dan ganas de matarlos o mandarlos a mierda. Hacen comentarios pelotudos y cuentan historias incomprobables. Pero estuvieron ahí cuando vos más lo necesitabas y no podés ni querés olvidarte de ese enorme acto de lealtad y cariño.

Con otros te unió el laburo. Es lo tuyo, naciste para eso, pero necesitás alguien que en ese plano tenga los mismos criterios. Necesitás que sean del mismo palo, por qué si no te sentís un extraterrestre. Alguien que te marque el camino o te siga el ritmo, e incluso te supere y se supere.

Para poner el ritmo con algunos te une la música, porque la vida es una cumbia.

En definitiva están ahí, estás vos ahí. Que se yo, una vez me sentí orgulloso de mi gente y me puse a escribir sobre un amigo.

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