martes, 20 de octubre de 2015

A 39 años del debut de D1eg0, un tipo al que me gustaría darle un abrazo

Se cumplen 39 años del debut de Diego Armando Maradona en primera división. Tenía apenas 15 años cuando entró ante Talleres. Otro aniversario del comienzo de un jugador y un personaje que refleja a su país como ningún otro.

Un 20 de octubre de 1976, un pibe de Villa Fiorito entraba en el entretiempo de Argentinos 0 Talleres 1, por el Torneo Nacional de aquel año. Con la 16 en la espalda, el muchachito de rulos cambió el trámite del juego. Si bien el ''bicho'' de la Paternal no pudo empatarlo, el ingreso de ese adolescente se hizo notar. Ese día el DT que lo puso en primera, Juan Carlos Montes, le dijo ''vaya pibe, juegue como usted sabe. Y, si puede, tire un caño''.
Pelusa cumplió. En una de las primeras pelotas que tocó le metió un caño bárbaro a Juan Cabrera. Terminó siendo el mejor de la historia.

No hace falta describir lo que significa Diego para el futbolero promedio en Argentina, el país donde su deporte se vive como una religión. No es responsabilidad del 10 que lo hayan puesto en lugar de referente social. Como cualquiera de nosotros, 'Pelusa' vive como puede. Por su origen, su familia y sus limitaciones hoy es casi un milagro que esté vivo.

Diego Maradona fue claro en 2013 entrevistado por la RAI: ''yo no soy ejemplo de nada''. Es, dentro de los personajes de la historia, el que mejor refleja las bondades y las miserias de este país. Dueño de un talento incalculable y una generosidad a la que nadie cuestiona. Simplemente, el mejor de todos en lo suyo. La identificación con su bandera que siempre le hizo dar un plus. Adicto a la cocaína, verborrágico innecesario, vacilante político y dueño de una vida personal escandalosamente tormentosa.

Habiendo generado tanta alegría en el país más futbolero del mundo, duele ver como algunos se suben al púlpito a juzgarlo, cuando en sus tristes y pequeñas vidas nunca hicieron nada por nadie. ¿Alguna vez habrán mirado para adentro aquellos que, en su intimidad, cometen iguales o peores excesos? El vigilante medio argentino siempre está, necio y caradura. Su doble moral le permite nadar inmune los mares venenosos de la hipocresía.

Tiene defectos y virtudes, como todos. Lo vi poco en vivo, tenía 7 años cuando jugó su último partido en el 97' en cancha de River con Boca ganando un clásico. Pero Diego será siempre un tipo al que me gustaría darle un abrazo.

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