Mientras estemos vivos, siempre hay tiempo

Hay historias que arrancan y se pierden. Hay relaciones que nacen y se expiran.  Hay otras que siguen, que tienen futuro. ¿y si falla? Lo importante es sacarse el miedo a vivirlas o dejarlas que se vayan sin romperle los huevos al otro. 

Viste que hay días mal paridos. No encontrás la tarjeta para viajar. La tenías en frente. Qué tipo boludo.
Almorzaste poco y apurado, te cayó mal el pucho mientras esperabas el bondi y encima te ocuparon el asiento del colectivo que estaba esperándote ansioso para que apoyes allí tu vertiginosa burra.

Encima después a Guillermo se le ocurre poner a Silva y a Bentancur juntos. Es como echarle Magistral a los fideos para darles gusto a algo. Para colmo te cruzás a alguien que no estás preparado para cruzarte. El mundo es demasiado pequeño. A veces diminuto por suerte y otras desafortunadamente chico.
Llegás a casa, el día ya no parece tener algo para ofrecer. Pero, siempre hay tiempo.

Neuquén Capital, 1:41 am. Frena un auto a mitad de cuadra.
Ella, rubia. Se baja de la puerta del acompañante y dice: ''gracias''. Cruza la calle para entrar al edificio donde vive. El baja la venta de su Peugeot blanco-cheto y le tira: ''gracias a vos, vos me invitaste''. Ella frena su camino y retruca: ''bueno, ahora estamos empatados, 1 a 1'', y entra al edificio. El auto arranca (siempre arranca) y se pierde en la noche.
Apuesto mi sueldo contra una aceituna que volverán a verse. Porque mientras estemos vivos, siempre hay tiempo.