domingo, 18 de septiembre de 2016

Mucho más que un gol

Para algunos el fútbol no tiene sentido. Dos grupos de boludos corriendo atrás de una pelota no suele ser un panorama demasiado seductor. Pero cualquiera que sienta este deporte sabe que las cosas que se pueden vivir en un partido son geniales. 

La historia que cuento a continuación es la del mejor partido de mi vida. Algo excepcional, porque como buen delantero mediocre de fútbol amateur, las actuaciones sobresalientes no abundan. Una vez Passarella dijo que son muchas más las decepciones que las alegrías en el fútbol. Que ganó más de lo que perdió. Passarella, el defensor que más goles hizo en la historia del fútbol argentino. Campeón del mundo, de los mejores en lo suyo. Imagínense cuantas decepciones puedo tener yo, que futbolísticamente soy un poco menos que nadie.
Resulta que el viernes el ánimo no era el mejor. A veces uno hace cosas que no están bien y termina chocándose contra una pared. El golpe despierta y ahí es cuando el pasado enseña un montón de cosas. Llevo 5 meses aprendiendo y aguantando, pero hay noches donde los reproches te calan los huesos.
Como mi semblante estaba lejos de lo que normalmente expone, decidí no salir de joda la noche anterior. Yo, que estoy apenas unos pasos atrás del camión de la basura. Por suerte me pude dormir rápido.
Los botines
Me desperté a las 9 y me di cuenta que había olvidado los botines para jugar en Neuquén. Porque siempre puedo ser un poco más pelotudo. Empecé a mandar mensajes. Nadie tenía. Conseguir unos papi fútbol 45 un sábado a la mañana es muy difícil. 45, que encima no son proporcionales.
Agarré unas zapatillas blancas que ya no uso. Están hechas mierda, me las compré en febrero de 2012 para el cumple de 15 de mi ex cuñada. Me encantaba como me quedaban, las usé para todo, menos para jugar al fútbol. La suela estaba muy gastada pero no tenían punta como el resto de las zapatillas que me habrían hecho parecer un payaso adentro de la cancha.
Me fui a jugar. El Cucca me quiso prestar sus botines pero no me entraban. Mientras, Del Potro y Mayer perdían el dobles contra los Murray.
Jugábamos 13:30. Faltaban 10 minutos y no llegaban mis compañeros. Por primera vez en mi vida llegué más temprano que el resto a un lugar. Empezaron a caer, algunos heridos con munición gruesa la noche anterior. Se juega 7 de campo y el arquero. Éramos 9. En la entrada en calor me sentía raro con las zapatillas, pero después me olvidé.

El partido
Arrancó. Quisimos salir de abajo un par de veces y casi fue gol de ellos. Entonces el Gonzo empezó a pegarle con slice en los saques de arco. Todas precisas. Empezó mi juego. A rebotar para que lleguen el Nari, Luqui y el Chiro. De a poco fui ganando de arriba. En la primera se la bajo al Luqui, tapa el arquero. En la segunda, el Nari define abajo contra un palo. 1-0. Se grita. A veces una asistencia se festeja más que un gol. A veces.
Llega Jano y entra por el Nari para ganar aire en el medio. Como en el principio del partido, perdemos la pelota en la salida y nos empatan. Tenemos jugadores para salir jugando, pero no era el día para hacerlo.
Salgo y entra Pancho, que el partido anterior  fue fundamental para dar vuelta el resultado. No agarramos el medio y ellos se ponen 2-1 después de otra mala salida del fondo. Al gringo le gusta jugar por abajo, pero no era el momento.
Ellos están corriendo. Tienen más resto físico, como la mayoría de los equipos. Estamos abajo y nos falta tener la bocha un poco más. Entretiempo.
Arranca el segundo y a los 5' Pancho rescata un gol después de un tiro libre. La pelota quedó en el área y pum, adentro. Gol de goleador. Festejamos y al toque me pide el cambio. Vuelvo y el Luqui me dice ''dale que lo ganás''.
Corner para ellos. Son más petisos que nosotros. Cabezazo al ángulo. 3-2 abajo, otra vez a remar. Me hacen un foul en el medio y cuando caigo me raspo todo. Tiro libre, no la podemos meter.
Pasan los minutos. No entra. Estamos partidos. Entra el Nari, vuelve Pancho. A la carga barracas. Dos atrás, Jano en el medio y arriba el Gonzo con los buenos muchachos: Pancho, el Nari y yo. La delantera con más noche de la historia universal.

Pelotas paradas, todos arriba. Le bajo una con el taco al Gonzo. De frente al área y Pancho solo casi al lado del arco. El Gonzo se tienta y patea, pero la agarra mordida y se va lejos.
Joaco, lateral izquierdo zurdo que la rompe. Engancha, pasa, va por afuera. Tira un centro bárbaro. Yo. Solo. Cabeceo al medio, mal. Tapa el arquero. Mirá la pelota que me sacó.
El rival tiene un par de contras. Chiro, Eze y Joaco salvan la ropa.
Gonzo tiene una jugada parecida a la que erró, pero esta vez la clava en el ángulo y 3 a 3.
No estamos muy organizados. Pancho me dice ''movete, estás clavado''. Mientras, algo le tira a un rival que tarda en sacar. Hace karate con la lengua.
Sale el Nari, vuelve Luqui.
El gol
En uno de los centros del Jano le gano la posición a mi marcador. La idea era peinar para los que estuvieran atrás porque estaba un metro afuera del área. Pero venía muy alta y recta, entonces salté. Me despegué del piso. 105 kilos de frustración en movimiento.
La idea de un comienzo, cambió. Quise peinarla pero para el arco. Que la saque el arquero, de última algún puterío se arma. El chabón estaba medio adelantado, como preparado para salir. La bola sigue su curso, baja justo y le hace el amor a la red.
Salgo festejando para donde está nuestro ''banco de suplentes''. Maxi, el negro Ema tomándose una Quilmes, Dami y Andi. El abrazo con el Nari. Fue con el Nari pero yo sentí que abrazaba a mi vieja, a mi viejo. Sentí que me estaba reconciliando con la vida. Sentí que estaba volviendo, o que en realidad nunca me había ido. No había cambiado nada, era el mismo de siempre, pero al mismo tiempo había cambiado todo. Había hecho algo que yo no pensaba que era capaz de hacer. Estaba ayudando a mis amigos a ganar, por eso quise jugar con ellos. El bajón de la noche anterior se transformó en otra cosa totalmente distinta.
No había adelgazado, no tenía ojos claros ni músculos marcados. No me había crecido la pija ni se me habían ido estas inexplicables tetas. Era el mismo. Soy el mismo, pero orgulloso de ser quien soy.

El partido siguió. Me fui atrás para rechazar un par de corners. El Pailón se despertó y sacó un tiro libre que venía picante. Faltaban unos minutos. A esa altura el área de ellos era mi casa. Lateral largo, peino en el primer palo y aparece el Eze por el segundo para empujar al gol con su cabellera más blanca que nunca. El Eze. Qué hacía ahí el Eze? Segundo partido consecutivo haciendo goles. Su cara en el festejo, no me la olvido más.

El final
Pancho me pide el cambio, yo no daba más. ''Aplaudan al gordo que la rompió loco'', dice él mientras le choco las manos. ''Tomate un trago'', me dice el Negro Ema dándome la birra. Le doy un beso a la Quilmes, porque la birra nunca se niega. Había motivos para celebrar.
Pitazo final del Turco y de Tato. Saludo final. Me tengo que ir.
-¿Qué hora es Andi?
-Las 3 menos 20.
Tengo 20 minutos para ir a casa, bañarme e ir a tomar el cole. ''Dami, llevame''. Ni lo dudó. Me voy yendo y el Luqui me grita ''Rumene hay uno solo''.
Cuando salí de bañarme todavía estaba transpirando. El calor y la adrenalina. Llego a tiempo al bondi gracias al Dami y le tiro unos pesos para que le lleve los Parisiennes a Pancho.
Me subo al cole. Exploto de felicidad. Viajar el Koko no es una tortura como siempre. Somos 3 sin asiento. En la parada de la San Juan se baja uno de los de atrás. Los otros dos duermen la siesta y yo aprovecho para ir sentado. Cuando te salen todas, te salen todas.

Llegué a la redacción a tiempo y el Migue me dice: ''la remera la usás así a propósito o te la pusiste mal?''. Me había puesto la remera al revés. Nunca me di cuenta. Me cagué de risa, obvio.
Tengo la rodilla izquierda toda raspada. Arde como loco. Mientras escribo esto estoy por salir de joda (hoy si) y el jean me raspa la herida. No me importa nada.
Las zapatillas, el partido, las asistencias, el abrazo con el Nari, los pibes.
Y además hice un gol. En realidad fue mucho más que un gol.

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