jueves, 7 de julio de 2016

Ella, mi machismo y la brújula

Un cuento con final cantado. Una historia rídicula. Una historia de amor. Todas las historias de amor son ridículas. Si así no fuese, pues no serían historias de amor. 


Ella escuchaba Arjona y yo sigo escuchando cumbia.
Ella no sabía para donde agarrar, yo lo tenía bastante claro.
Todavía no había GPS pero a mi la brújula me funcionaba.
El amor me daba ganas de vivir. A ella le daba miedo.
Ella miraba series, yo partidos de fútbol.
Ella pensaba que el mundo se podía salvar, yo ya sabía que no.
Yo creí en ella más que ella misma.
Le avisé, se lo dije. Le pedí que se quisiera.
Y nos amamos. Nos amamos mucho.


Un rato después perdí la brújula.
Puse el sillón en el baño, la heladera en la cocina y el horno en la pieza.
Ella se enteró cual era la rama de palmera que la sostenía.
Yo me dediqué a hacer videos en youtube.
Ella terminó su carrera.
Yo no aguanté una. Ella se bancó todas.
Y se volvió a enamorar, pero esta vez de algo que yo ya no era.
Me embobé con las luces de un escenario que no tenía piso.
Nunca aprendí a volar y me llevé puesta la pared.
Ella asumió que podía vivir sin mi, le crecieron las alas y se fue. 
A mi me comió el machismo y ella se devoró sus miedos.

Hoy la vida sigue.
Cada bondi salió para su lado.
Como si no hubiera pasado nada.
O como si hubiésemos vivido todo.

Me queda una tarjeta de KOKO, un laburo, un llavero y unos pesos más que antes.

Encontré la brújula. Todavía me cuesta volver a usarla. Igual me resisto al GPS.



No hay comentarios:

Publicar un comentario