Y pensar que todo nació por una pregunta que te hizo el Cali: qué onda con Rumene?
Fuimos clandestinos, amantes y novios de pandemia.
Ganamos una Copa América, un Mundial y unos meses de amor y paz.
Fuimos a Junín, a Mendoza y a Buenos Aires. Dos veces.
Llegamos hasta las Cataratas vendiendo sánguches de milanesa.
Salimos a cenar, nos emborrachamos e hicimos el amor.
Tus partidos de vóley, mis partidos de fútbol.
Nuestras fotos enamorados.
El día que miré a mi izquierda en la cama y, tomando un cynar, supe que no había mundo más allá de vos.
O cuando espantado por una cena familiar, miré a mi derecha y estabas vos, radiante, dándolo sentido a todo.
No se construyen recuerdos con cualquiera.
Cada vez que vuelvo a cualquiera de esos jugares, ya sea física o mentalmente, el dolor es insoportable.
Y uno de los pocos donde eso no pasa es la playa, porque nunca fuimos al mar.

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